Raquel Caballero con una máscara de la Comedia dell'Arte "El Capitano"Raquel Caballero tocando el xilofon junto a tres compañeros másRaquel Caballero Interprentando a La Posadera junto a Jaume Notxa

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Oh el teatro … “la vida es puro teatro”,como dice la canción… Entonces, ¿por qué no desarrollarlo en nuestras aulas?

El pasado verano tuve la oportunidad de compartir con muchos profesores de formación teatral y pedagógica una semana de jornadas teatrales que ofreció Caixaescena en Barcelona bajo la temática de Carlo Goldoni y la Commedia dell’Arte.

Fue muy intenso. Mañana y tarde recibíamos diversas master class de  dinámicas de grupo, adaptación de texto y trabajo actoral. Además, dentro del recorrido de la formación podíamos escoger dos talleres más y yo elegí el  taller de máscaras y el de música.

Desde el inicio fue emocionante ver como profesores de todas las partes de España habían decidido estar en estas jornadas, y no tanto por ellos, sino por aportar mayores conocimientos a sus “chavales” -como buena parte los llamaban-.

Todos coincidimos que EL TEATRO es mágico, ¡extrae tanto potencial de los chic@s!. Desarrolla sus habilidades, les hace investigar sobre sus propias competencias, sobre sus propios valores. Induce al compañerismo, a resolver conflictos y ensayar en estos espacios, la asertividad.

Es tan mágico el teatro porque tras una máscara por pequeña que sea, como la del clown, TOD@S nos transformamos”

También convenimos que el vínculo que se crea con tu grupo de teatro es muy fuerte y ello les da a los alumnos el poder de CONFIAR. De este modo experimentan cosas que nunca se hubieran planteado y que seguro, les servirá en la vida. Ya el mero hecho de actuar delante de tus compañeros, ensayando un texto o realizando una improvisación es un gran paso hacia la autonomía personal, hacia el desarrollo de sus habilidades emocionales y sociales, hacia el trabajo de sus competencias como la resiliencia, la escucha activa o la tolerancia a la frustración. Y cuando ya suben a un escenario para que familiares, amigos y desconocidos les vean… esa adrenalina nunca la podrán olvidar.

No hay mejor metodología para formar que llevar a la acción lo aprendido y divertirte haciéndolo. Y eso es intrínseco del teatro.

Estas clases son un motor de  arranque, de estímulo positivo para implicarse en el resto de formaciones que los “chavales” reciben en la escuela. Así, yendo motivados al aula los alumnos se predisponen a aprender.

Los aprendizajes de las clases de teatro no se quedan en el espacio de trabajo sino que se llevan a la vida. Los chicos hacen sus deberes reconociendo qué partes del personaje que han trabajado en clase les resuenan, son propias de él y así poder decidir si las quiere potenciar o las prefiere modificar. Siendo conscientes pueden cambiarlas.

Durante estas jornadas en Barcelona ¡disfruté y vi disfrutar a tantas personas!.

En mi grupo nos convertimos en niños ensayando con el gran Antonio Fava la máscara y los movimientos de los personajes de la Commedia dell’Arte. Trabajamos muy implicados y voló nuestra creatividad cuando nos pusimos en el papel de “La Posadera” en el taller de adaptación de texto con Victoria Szpunberg. Aprendimos y nos divertimos muchísimo con las dinámicas de grupo con Fernando Bercebal, quien nos aportó muchas ideas para “romper el hielo”. Hicimos un interesante recorrido por el espacio escénico con Gemma Beltran. Nos pusimos en escena y nos dejamos llevar por las emociones, la sincronización, el lenguaje del alma descubriendo la música con Juanjo Grande.

Para muestra un botón. Aquí os dejo este video en el que se explica muy bien el cometido que tiene La Caixa con CaixaEscena, y nos veréis a nosotros los profesores con las manos en la masa… Esa que sonríe tanto en el video, soy yo.

Por mi parte sigo investigando y formándome en el área teatral para aportar mayores herramientas a mis formaciones y para indagar más en mi persona, porque el desarrollo de nuestras habilidades emocionales es como un tren que coges en una estación, puedes bajarte de él cuando quieras, vivir por un tiempo en una ciudad, pero el tren está ahí, nunca te deja, cuando quieras lo vuelves a coger, sigues encontrando “nuevas estaciones” y a la vez creciendo en tu camino.